Luz parda

lunes, enero 10, 2005

El suspiro

Acababa de apagar la luz cuando lo escuché.

Pareció venir de junto, surgir del otro lado de la cama, del fondo de la almohada siempre vacía. Abrí los ojos y me pregunté si ya me había llegado la hora de los temores nocturnos.
El suspiro fue corto y profundo, casi una simple respiración, si no fuese por el temblor de queja que dejó vibrando en el aire.
Sentí ese temblor y comprendí. Era yo. Era mi angustia desdoblada.

Me dí la espalda y me dormí.